Pobre chico, aquél. Han de saber...

Ahí tienen la historia de un chico que no se fijó en la mujer más cotizada, ni en la más popular, ni en la menos nada. El tipo se fijó, nada más y nada menos, en la historia de amor posible, más imposible que existe. Ella era una mujer que no se preocupaba por ser distinta a las demás, y por eso mismo era distinta. Por eso ella le sabía a gloria y a futuro y a vainilla, a él. "Además nació en Octubre", pensaba. Bua. ¿Que más puede pedir? ¿Acaso existía en este mundo, en este instante, en este espacio, otra mujer que le pudiese hacer sentir tanto?
Porque sentía, han de saber. Sentía a raudales y a flor de piel, sensaciones que ni en el mejor de los cuentos ni en la más fantasiosa fábula se han atrevido a mencionar, ésos que escriben. ¿Qué sentía? No lo sé. No lo sabe él; ella mucho menos. Él le designó "amor" porque la tele eso enseñaba, pero muy en el fondo (o ni tanto) el sabía que lo suyo era otra cosa. Era algo mayor. Era algo que sólo el temblor de sus manos podía manifestar...
Le preocupaba el devenir porque de venir molesto quedaría solo con unas ganas de perro y una rabia de morir. Y el futuro llegó molesto.
Pobre chico, aquél.
Ése era el sapo que la bella princesa jamás besaría porque nunca entendió que había un disfraz. Que había algo detrás de él; no es sapo, princesa. No es sapo... Jamás tomará el riesgo porque no sabe lo que el verde es en verdad, ni sabrá lo que el sapo es en verdad por no tomar el riesgo. Aquél era el príncipe azul, qué de azul, sólo le quedaba la melancolía.

Y no era sapo nada más, lectores, han de saber. Era rosa cuando la lluvia la invitaba al jardín. Era rabia cuando ella estaba en guerra. Era tierra, cuando ella pasaba frente a él. Quizás fue tierra de más. Quizá debió mutar o transformarse o fingirse altanero, orgulloso, antes de verse vencido. Pero no le gustaba mentir. Pobre chico, aquél.
De pronto se topó con un camino inédito, inaudito, insólito. Cuando todo iba mal y le quedaban catorce momentos para derrumbarse, se encontró con un tiempo de flores. Todo era bello a su alrededor, si ignoraba a aquella mujer otoñal. Tenía un pueblo que lo apoyaba, un futuro que creía en él y se tenía a él. Raramente se tenía a él. Tenía días que al mover los labios hablaba poesías. Tenía noches que al agarrar la pluma mataba reproches. Pero tenía cantos que al decir "otoño" le explotaban llanto... Pobre chico, aquél.

Y lo verían (o lo ven) -o lo vieron- parado, ese si, inmóvil, a la mitad del camino. Observando detenidamente aquel triste paisaje. De momento parecía que podía conquistar a la chica que fuese, que podía hacer suyo el momento venidero y que el mundo lo tenía en las manos. Porque han de saber que ni aquellos días de poemas o de hablar flores o sus dotes de asesino de reproches, pudieron convencer un poco a la dama que le quitaba el sueño.
Y el jóven se sentaba y se veía y se reía, amargamente. "
Jamás será mía", decía. Y jamás sería suya, han de saber. ¿Porqué no sería suya? Puf. Yo qué sé. Ese imbécil era capaz de decir a ella que sí, aunque la pregunta incluyera una muerte, un "por mí" y un por favor. Ése sentía tocar el cielo cuando alguien que no le quería, se dignaba a dedicarle un saludo. Así que no sé porque no sería suya. Digamos que por imbécil. O bueno, dejémoslo en "capricho del destino"...


Del resto de la historia no sé mucho porque aún no ha terminado. Probablemente por estar acá escribiendo, ya me perdí de un capítulo siguiente. O sea que, sí, aquél sigue soñando con la niña de octubre. Pobre chico, aquél.
Hablé con él una vez. La forma en que me habló de ella me hizo estremecerme. Habló tanto de aquella portentosa mujer que estuve a punto de enamorarme de ella yo también. Aquél le ve maravillas que ni ella sabe que tiene. Aquél la dibuja con lo serena y hermosa de una Tánger Soto, con la inteligencia y y misterio de Emilia, con el amor, el respeto y la veneración de un ser divino.


Aquél la adora, han de saber...



-El sapo viaja cantando esta bella tonada, donde le dice a su amada que le quiere y que le extraña, y sin saberle ni tenerle, le acompaña..."

Iván

2 comentarios:

Putrick 4/17/2008 4:51 p. m.  

"Y lo verían (o lo ven) -o lo vieron- parado,"

Eso rifó.

LunaWolf 4/17/2008 9:41 p. m.  

Pobre chico, aquél. Habra que escribir hasta que termines de ver la historia... Luego te pierdes de las partes buenas.

Próximo evento.

Viernes 16 de Abril, en Cafeto. 8:00 PM, entrada libre. Milton Rodríguez, Iván Ramírez y Raúl Fernando.

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