Sin nombres de culpables y mucho menos de inocentes (porque son muchísimos), me atrevo a hablar de mi sentir actual acerca de ese "famoso" 2 de Octubre en Tlatelolco.
La cuestión acá no se trata de eternizar un lema para suponer que los tiranos temblarán al ver nuestra buena memoria. La verdad es que de a poco lo confinamos a un pasado que no afectará al futuro. Ya caducó hace un buen tiempo nuestra posibilidad de exigirlo como fecha conmemorativa en el calendario. No figura ni ahí, donde el chile y la familia se han ganado su propio día ceremonioso...
Queda poco de aquél suceso. La generación sobreviviente y ajena que atestiguó el evento, ya se dispersa en un futuro que nos alcanzó. Ya pocas voces se interesan en hablar del tema, y aún menos oídos se disponen a escucharles...
Quiero pensar que quedan y que aún habrá otros pocos que vengan con ese "defecto" juvenil de interesarse por las sediciones pasadas.
La cuestión para ellos, para nosotros, no es recordar una matanza. No se trata de remembrar uno a uno, los nombres de los caídos. Ni de dejar caer uno a uno, los nombres de los culpables. Ni siquiera es el hecho de que -sin siquiera esconder las manos- nunca se hiciera justicia ante la impunidad de los que acribillaron a su propio pueblo.
La cosa está en lo cruel, lo frío, lo brutal de imaginar a hombres armados disparando contra jóvenes armados sólo en valor. Se trata de no quitar la mirada del motivo del genocidio; la irremisible ofensa de no estar de acuerdo y expresarlo.
Hablo de la culpa pesada y babosa de todos aquellos que por una orden injustificada, se atrevieron a asesinar a una masa que sólo hacía ruido y caminaba por las calles. Y claro que da más rabia cuando se recuerda que el representante mató al representado. Que una bola enorme de pueblo, fue callada a balazos por los representantes del pueblo.
No fue una caída heróica. No hubo una ráfaga de fuego de un lado hacia otro. No existe mejor manera de representar el asesinato de un inocente. De un verdadero y puro inocente.
Da coraje. Tanto como ver lo que mencionaba en un principio. Duele ver el perdón otorgado por toda una sociedad. Pesa saber que los asesinados hoy son sólo una lista y los culpables se adhieren al ancho grupo de mexicanos villanos en la historia.
No creo que no se olvida. Se olvida a diario y la mejor muestra es la indiferencia de los compañeros universitarios, que en su gran mayoría ni están enterados de lo ocurrido. Y es raro porque, si esa tragedia la transportamos a hoy, nos resulta inverosímil, cualquier estudiante se ríe y se mofa de semejante estupidez. No pasaría. Pero pasó. Y esa risa de incredulidad, mañana sería una indignación justificada y mayúscula, pero no se entiende. Nada se sabe o nada se quiere saber.
Yo creo que, desgraciadamente, sí se olvida. Y si se olvida, habrá que preocuparnos severamente; quién sabe cuantas brutalidades atroces seamos capaces de admitir en un futuro lejano (o al menos en los próximos 40 años).
MEC
Hace 5 años
4 comentarios:
y creo que lo que más da coraje es saber que aquellos que estuvieron en ese genocidio fueron compañeros de menos de 21 años...
Y que efectivamente... vamos a estar esperando a ver cuales son las horribles atrozidades a las que estaremos acostumbrados a tratar en un futuro... Ahora vimos en la escuela, Tlatelolco,Las claves de la masacre, es un documental muy bien informado y que devela toda la verdad de los hechos. Y a mi en lo personal, lo que me da más coraje es que, al saber quienes son realmente los culpables de esto no se les haya hecho pagar... por muy horrible que suene mi pensamiento....
si te espero en humanas amigo =)
la familia? el chile? eso vale verga! el dia del taco rlz!
has oido la rola de Assassin de Muse? kedaria perfecto para este dia
Eso mero, hombre!! Debieramos recordar la matanza y su significado, no la impunidad y nombres de personas que ya no existen o ya no importan...
Me encanto como lo escribiste...
eh we, sincho ya sabes pero va a venir facundo cabral! (again)
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