Ahora miro al sur o miro al pasado o miro hacia abajo
o miro hacia tí, que es exactamente lo mismo,
y diviso, confuso, tu rostro jugando al llanto y llorando el juego.
La vida te ha tratado mal, ahora.
Te tomó por asalto, por fin. Derrumbó tu alcázar,
fastidió tu orgullo, revolvió cenizas y futuro
y te ha dejado desnuda; tan vestida y tan desnuda,
que me da frío de pensarte, de saberte.
Y de saberte sufro desvelo e insomnio y sonrisa.
No celebro tu derrota ni reprimo mi alegría;
si yo no he podido convencerte, no sé,
llegó a pensar que uno de estos malos (hermosos) días,
se estrelle en una noche, todo cuánto mi constelación te ofrece.
Ojalá que recurras a mi abrazo y a mi acaso y a mi ocaso.
Ojalá que de repente te blasfemes al espejo
y amargamente admitas que quieres más de mis poesías.
Con algo de suerte y con tanto de muerte
puede que tu llanto, tu canto, tu encanto y demás sobras que te quedan,
me los dediques, obligadamente abnegada,
apostando y acertando a que quizás si soy la salida que esperabas.
Tu tristeza es palpable y puedes firmarla debajo de la lágrima
que ha caído apabullada sobre la hoja de este poema.
Mi futuro está nuevo, mi amor está ciego
y la puerta, como siempre, está de par en par,
esperando a que entres resignada y perfecta.
o miro hacia tí, que es exactamente lo mismo,
y diviso, confuso, tu rostro jugando al llanto y llorando el juego.
La vida te ha tratado mal, ahora.
Te tomó por asalto, por fin. Derrumbó tu alcázar,
fastidió tu orgullo, revolvió cenizas y futuro
y te ha dejado desnuda; tan vestida y tan desnuda,
que me da frío de pensarte, de saberte.
Y de saberte sufro desvelo e insomnio y sonrisa.
No celebro tu derrota ni reprimo mi alegría;
si yo no he podido convencerte, no sé,
llegó a pensar que uno de estos malos (hermosos) días,
se estrelle en una noche, todo cuánto mi constelación te ofrece.
Ojalá que recurras a mi abrazo y a mi acaso y a mi ocaso.
Ojalá que de repente te blasfemes al espejo
y amargamente admitas que quieres más de mis poesías.
Con algo de suerte y con tanto de muerte
puede que tu llanto, tu canto, tu encanto y demás sobras que te quedan,
me los dediques, obligadamente abnegada,
apostando y acertando a que quizás si soy la salida que esperabas.
Tu tristeza es palpable y puedes firmarla debajo de la lágrima
que ha caído apabullada sobre la hoja de este poema.
Mi futuro está nuevo, mi amor está ciego
y la puerta, como siempre, está de par en par,
esperando a que entres resignada y perfecta.
-Ya no te espero, llegarás, pero más fuerte; más violenta la corriente dibujándose en el suelo de mi pecho, de mis dedos. Llegarás con mucha muerte.-
Iván
Iván
2 comentarios:
Como que no le queda de otra.
Atinado el comentario de putrick... pero esperemos que llegue así, es como la escena perfecta, pero quien sabe como vaya a ser en realidad...
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