Sé bien lo que tengo...

Ahora que la verdad se me cuela por algún hueco de la cordura y que mi necedad se lamenta no haberse retirado a tiempo, maldigo profundamente mi necesidad de reconocerme en estos versos y estas letras.
Advierto en mi texto, odio, rabia, decepción, nostalgia y fracaso. Más de lo último que de todo lo de más. Si tú estás leyendo (y sabes bien quien eres "tú") te sugiero que suspendas tus inquisitorias maneras de llenarte de motivos, porque sé de tu frívola velocidad para sentirte despreciada y cabizbaja; no quiero ser yo el motivo de tu tristeza. Ciertamente, eso es lo único que me falta, para terminar de malograr mi intento de tenerte. Así, lo que pase ante tus ojos a partir de aquí, será porque tú así lo decidiste.

Sucede que a un par de meses de haber recordado que eres maravillosa, recuerdo ahora que tengo severos años tras de tí sin lograr el objetivo de tenerte. Y se oye frío y terrible: "Objetivo", "Tras de tí", como si fuera una misión. Pero a fin de cuentas eso es. Es una misión menos posible que la de aquella caperucita que quería volar, escapar, ser la lluvia del otro lado del cristal.
Misión o forma de vida o estupidez, fallé. O sigo fallando, pues.
Lo peor de mi error es que me aferro a seguirlo cometiendo, como con la esperanza de ver al sol ocultarse por el levante...

No ha sido tan terrible, ya lo sé. Hablar de tí me sigue dibujando una sonrisa en el rostro. Un rostro al que por cierto, no acariciarás jamás.
Es ése el motivo que me tiene acá. Hoy parezco estar vencido. Hoy no siento ganas de decir que seguiré intentando, aunque sepa que lo seguiré intentando. Hoy no tengo otro verso que me diga que todo mejorará, que en la próxima esquina encontraré a una mejor hermosa. He desarticulado hueso a hueso, el cadáver que deja un amor no correspondido, y he descubierto que, de no haber fallecido intentando lograr lo que quería, lo único que hubiese cambiado son un par de heridas más en la piel, unos años sumados a la tristeza y una frustración mayor por no tener a la persona que tanto pretendió.

Supusiste desde un inicio, que debería odiarte, que me matas con tu rechazo. Y a fin de cuentas, supusiste bien.
No te odio, está muy claro. No me he muerto, lo está más, aún. Pero hoy escribe la cordura de un corazón loco que de tanta insania, parece charlar de frente con la verdad.

Tanto que te he escrito y creo que nunca pude dar con lo que define exactamente lo que sucede.
Ayer escuchaba a Pedro Guerra, y me cantó, erizándome la piel, el resumen de tanta tristeza que me invade, y de tanto sueño que no sé...

"El desierto del Sahara está más cerca de mis labios, que tus besos // Mujer que no tendré, que no adivinarás mis buenas luces... Mujer que no tendré, que nunca sufrirás mis malos ratos."

Sé bien lo que tengo. Sumada su aplastante realidad con mi pensar badajo y necio, me da de resultado que tengo a una mujer que no tendré...

Iván