Regresión y canción

Escribo por tus feroces, veloces y voraces maneras de hacerme despertar.
Hablo de este desvelo, de este avión que en otro cielo no se sabe dirigir.
Como sueño de tinta negra dibujada en hoja blanca,
como mancha, como estrella que en otro cielo no se sabe dirigir.

¡Otra vez tú! De nuevo tus sonrisas profundas y confusas;
profundas porque al contacto con mis ojos no queda nada sin temblar
y confusas porque a media risa tú misma olvidas cuál fue la razón.
Una regresión más, un pasado que no pasa y que se queda congelado
y que se cuelga de tus ojos y que me ama y que lo amo y que por eso vuelve a mí.

¿Otra vez tú? Yo ya supe tu acertijo, resolví tu crucigrama,
adiviné que todo fue porque no quisiste nada.
Con mis dudas, claro. Porque yo te puedo hacer llorar
y ese es el punto en el que me pude detener y entender que de igual manera,
sé hacerte reír. Pero si ríes por mis gracias, se acrecenta tu desgracia
y te culpas y qué tonta y le sonreíste y no quiero quererlo.

Pobre de tí. Duermes con la enemiga que tiene unos ojazos oscuros,
una sonrisa sincera y una absolución que te hace falta.
Duermes con una que me quiere y la quieres matar,
porque eres la misma y eres tan distinta que, pobre de tí, pobre de tí...

Hace cuánto que no te escribía. Casi pierdo la costumbre.
Casi ardo entre la lumbre de tus fuegos arbitrarios.
Yo no sé, niña, ¿yo qué sé de amor?¿yo qué pierdo con cantarte?
Si no canto te molestas y si canto te molestas. Qué molesta.
Qué modesta. Mira que decir "no importa" cuando te arde la sangre
tiene un mérito más grande que la culpa de mentir.

Te perdí tanto la pisada que -raramente- me alegra saber que hago daño,
que ya no te lastimo tan seguido pero ahora te lastimo tanto.
Algo vive. Algo duele. Algo sigue sin matarme por completo en tu interior.
Y me siento tan demente describiendo tus dolores, que corono mi locura
diciendo que si algo te duele, cuenta conmigo, tu eterno y enamorado y amigo,
tu cantor que, sin tu voz, es una nube que en otro cielo no se sabe dirigir.

Mil disculpas por no responder otra vez a tu espectativa,
pero, ya ves, tú sigues sin quererme y yo sigo sin dejarte de querer,
y esa sonrisa y ese abrazo y esa linda despedida,
me insinuan que por fin aprendimos a vivir como debe ser;
necesitas mis dolores para saber que sigues viva...
necesito tus "no quiero" para saber quien quiero ser.

21 de Septiembre, 02:01 A.M.

Iván