Suerte, compañero...

¿Qué tanto uno se fabrica ilusiones nuevas, falsas, propias, vanas, con tal de no afrontar que sus fantasías primeras jamás serán realidad?

He aprendido que en algunas relaciones -sólo en algunas-, las cosas nunca quedan en el pasado. Uno las tira lejos, al frente del camino, pero se las volverá a topar. 
Y supongo que es en ese lapso donde uno se construye nuevas ganas, nuevo piso en falso, pero piso al fin.


Lo digo porque ahora tú, amigo, compañero, si pones algo de atención, sabrás de que hablo. 
Sabrás que esa chica que hoy quieres confinar al olvido, no estará en él. No al menos en 
los años venideros. Tú fabricas una ilusión nueva, -y no te culpo, aclaro- pero creo que es sólo una cortina de humo. Al paso de un instante, o de dos, entenderás que aquella fantasía incumplida, aquella primera mujer, volverá a aparecer y te dirás repetidamente "¿Porqué no me aferré a ella?. Ella es a quien espero".

Lo digo, pues, porque ahora yo, errante, bendito, si pongo algo de atención, diviso en tu historia 
un reflejo difuso de la mía. Yo sé que esa chica a la que quieres confinar al olvido, jamás estará en él. No al menos en los años venideros. Mira que yo fabriqué una ilusión nueva -y no es lamento, aclaro-, pero creo que sólo fue una cortina de humo. Al paso de un instante, o de dos -bua, conmigo fue un año y medio, ciertamente-, entendí que aquella fantasía incumplida, aquella primera mujer volvió a aparecer para hacerme decir, repetidamente, "¿Porque no me aferré a ella?. Ella es a quien espero".


Suerte, compañero.
Suerte...

Iván