Impresionante...

"De pronto comprobó con sorpresa que estaba asustada, y que temblaba. Vio que los labios entreabiertos se agitaban y que un estremecimiento recorría sus hombros cuando la luz del faro se delizó por ellos, silueteándolos en su estrecho haz blanco. Vio todo eso de pronto con el destello, y un par de segundos más tarde, el siguiente contraluz alumbró la lluvia tibia que de pronto empezaba a ser gruesa e intensa; y ella seguía temblando mientras el agua caía sobre su pelo y su cara, pegándole la blusa empapada al cuerpo; mojando también los hombros y los brazos de Coy cuando los abrió para acogerla en ellos, sin reflexionar apenas.
Y la carne cálida, estremecida bajo la noche y la lluvia como si el centelleo de luz fuese niebla fría, vino sin reticencias a refugiarse contra su cuerpo de modo preciso, deliberado. Vino direcamente hacia él, sobre su pecho; y Coy mantuvo un instante los brazos abiertos, sin estrecharla todavía en ellos, más sorprendido que indeciso. Luego los cerró apretándola dentro con suavidad, sintiendo latir los músculos y la sangre y la carne bajo la blusa mojada, los muslos largos y firmes, el cuerpo esbelto que seguía temblando contra el suyo.
Y la boca entreabierta muy cerca; la boca cuyo temblor serenó con sus labios, de forma prolongada hasta que los otros dejaron de estremecerse y se hicieron de pronto muy tibios y suaves, y la boca se abrió más, y ahora fue ella quien oprimió el abrazo en torno a la esplada recia de Coy; y el alzó una mano hasta la nuca de la mujer: una mano ancha, fuerte, que sostuvo su cuello y su cabeza, bajo el cabello goteante de toda aquella lluvia que arreciaba con intenso rumor sobre la arena. De ese modo las dos bocas abiertas se buscaron con ansia inesperada, como si estuvieran ávidas de saliva y de oxígeno y de vida; los dientes entrechocaron, y las lenguas húmedas se enlazaban golpeando impacientes.
Hasta que por fin Tánger se apartó un segundo y unos centímetros para respirar, los ojos abiertos mirándolo muy de cerca, insólitamente confusos. Y después fue ella quien se lanzó hacia adelante con un gemido larguísimo, semejante al de un animal  al que le doliese mucho una herida. Y él se mantuvo firme aguardándola, abrazándola de nuevo para apretar tanto que temió romperle un hueso; y después caminó ciego con ella suspendida entre los brazos hasta darse cuenta de que estaban metidos en el mar; que la lluvia caía con intensidad rugiente, espesa, y borraba los contornos del paisaje mientras las salpicaduras crepitaban como si alrededor hirviera la bahía. Sus cuerpos violentos, golpenado entre sí con fuertes abrazos, con besos desesperados que el ansia precipitaba, lamiéndose el agua de la cara, llenos los labios de lluvia y sabor a piel mojada sobre carne caliente. Y ella deslizaba en la boca del hombre su queja interminable de animal herido...-"

Arturo Pérez-Reverte, "La carta esférica".

Impresionante.

-Dejadas de alcanzar, que no es lo mismo, qué inalcanzables como tu misterio; que como tal no trae final ni inicio, porque eres para mí, mi otro hemisferio...-


Iván

3 comentarios:

Putrick 5/02/2008 12:10 p. m.  

Sabía que te iba a gustar el libro ;)

Alejandra Cárbri 5/06/2008 6:13 p. m.  

Jaja que divertido XD

Alejandra Cárbri 5/06/2008 6:18 p. m.  

Heey yo quiero leerlo, no hombre.... estas leyendo eso y lo sientes todo lo que te describen *-* jajja pero yo siempre he pensado que todos los escritores tiene una fijación por ese tipo de "escenas" en sus libros =P digo todos....

Próximo evento.

Viernes 16 de Abril, en Cafeto. 8:00 PM, entrada libre. Milton Rodríguez, Iván Ramírez y Raúl Fernando.

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